jueves, 12 de junio de 2014

Lunes 10 de junio, regreso a casa...

Último día en Londres. Nos vamos levantando y poniéndonos en marcha. Una pareja ya ha ido al supermercado para comprar algunas cosas para el desayuno. El resto se va levantando poco a poco. Vamos preparando la mesa y charlando. Tras el desayuno, empezamos también a recoger la cocina, y a empaquetar maletas.

La idea de la mañana de hoy es dar una vuelta por los alrededores de Wanstead. Tenemos unas pocas horas antes de que nos recojan y nos lleven al aeropuerto. Cuando ya casi tenemos todo recogido y las maletas en el salón, llega la chica de la limpieza. Dejamos la casa y paseamos. Paramos en un sitio a tomar un café, mientras la madre y el pequeño se quedan en un parque cercano.




Después del café seguimos andando por las calles del barrio. Las casas muestran un barrio residencial de un nivel bastante alto. Las casas son todas diferentes (nada de bloques de casas). Son anchas, con grandes espacios y jardines en la entrada. Los tipos de coches aparcados en la puerta refrendan la idea de alto standing.



Llegamos al final de la calle, donde se nos muestra una antigua iglesia y un cementerio enclavado en la naturaleza, donde el verde y la decadencia le confieren un aspecto hermoso. Pasemos entre las tumbas y visitamos un campo de criquet que hay justo al lado.








Es tiempo de regresar. Llegamos a la casa, terminamos de recoger y pronto vienen a recogernos. Cargamos el vehiculo con las maletas y nos subimos dirección al aeropuerto. La distancia a Gatwick es de poco más de una hora. Pero el pequeño este viaje no se siente cómodo, y el pobre se pasará la mayor parte del tiempo llorando, a pesar del consuelo de su madre.

Una vez en el aeropuerto, hacemos el check-in y facturamos. Nos tomamos unos bocadillos que hicimos antes de salir de casa. Nos dirigimos entonces a pasar el control de seguridad. Aquí habrá otra anécdota que contar y es que paran una maleta por encontrar "algo" de líquido dentro. Cuando la están inspeccionando, los pequeños frascos de líquidos y cremas no parar de sucederse. Rezo por que no saquen una bolsa de polvos de talco o algo así. Varios minutos después, y tras analizar el contenido de los frascos, continuamos nuestra dirección en busca de la puerta de embarque. El embarque lleva retraso. Al final saldremos casi una hora después de lo previsto. Nos da tiempo a comprar unos chocolates para gastar las libras que nos quedan en los bolsillos. Ya dentro del avión, otro amigo que le quedan varias libras, nos invita a comida del avión.

Aterrizamos en Alicante con algo de retraso. Despedimos a la pareja y al bebé en la línea de recogida de equipajes y nos vamos los cinco restantes, al parking a poner fin a este increíble y largo fin de semana en Londres.

Domingo 9 de junio, seguimos de aventuras por Londres.

Nos vamos despertando entorno a las 8h de la mañana. Una ducha y vamos bajando al comedor, donde la gente se empieza a aglomerar para empezar a preparar los desayunos. Uno de los amigos (vamos 7) tiene que dormir en el comedor. Se ha bajado de una de las habitaciones un colchón plegable. Menos mal que la casa no es pequeña.

Se van preparando las tostadas para el desayuno, zumos y vasos de leche. Lo tomamos con calma y disfrutamos de cada momento con risas y recuerdos del día anterior. Recogemos todo y nos ponemos en marcha para reanudar nuestra visita a la ciudad.

En la estación de metro tenemos que sacar de nuevo una Travelcard. Como el día anterior compramos mucha cerveza en el supermercado y tal vez no la gastemos en casa (pues parece que estaremos poco tiempo en casa), decidimos cargar con 5 latas de Carling. Las hemos metido previamente en el congelador, para ver si aguantan frías. Tomamos el metro con la idea de dirigirnos a Camden Town. El fin de semana, la línea de metro Northern (la que pasa por Camden) está cerrada, por lo que nos bajamos antes y tenemos que andar un par de kilómetros aproximadamente. Aprovechamos para coger un mapa de la ciudad en un punto de información de una estación de tren.
















Cuando llegamos a las calles de Camden Town nos encontramos con un paisaje realmente peculiar. Las calles con edificios bajos están atestadas de gente. Las fachadas de las tiendas suelen tener elementos decorativos prominentes que infieren a las calles un aspecto curioso. Hay infinidad de comercios donde venden de todo. Algunas calles tienen puestos en la calle donde abunda la venta de camisetas. Paseamos y hacemos algunas compras (yo entro en una tienda de comics y me llevo un libro de arte sobre el trabajo de los últimos 20 años de Mike Mignola, uno de mis autores preferidos). La pareja que lleva al bebe decide parar para darle de comer al pequeño. Nosotros continuamos hasta la zona de los canales. En el primer puente que vemos compramos unos cacahuetes garrapiñados. El barrio resulta extremadamente pintoresco y se respira autenticidad en cada pequeño rincón que vamos descubriendo. En la zona de los canales hay varios puentes y plazas. Uno de ellos tiene un árbol que parece un sauce llorón. Nos quedamos en él viendo como el desnivel del canal es superado por los barcos que lo cruzan mediante un sistema de compuertas que vacía o llena el habitáculo donde se meten los barcos. Es una especie de ascensor de agua.




Cuando cruzamos el puente nos encontramos con una pequeña plaza literalmente abarrotada de gente. Resulta casi imposible moverse andando. Ya hemos recogido a la pareja con el bebe, pero les resulta imposible introducirse en esa plaza. Mi pareja y yo nos metemos y descubrimos un lugar lleno de comidas para llevar en pequeños puestecillos. Cada puesto cocina comida de diferentes paises (no falta la paella española). La mezcla de olores, el bullicio de la gente conversando y comiendo, de pié o sentados en bancos con mesas, o en escalares. Todo dibuja un paisaje extraño y familiar. Recorremos los pocos metros que ofrece la plaza en mucho tiempo. Resulta difícil moverse. Conseguimos salir al puente donde compramos los cacahuetes. Nos reunimos con los que no entraron y deshacemos nuestros pasos en busca de un restaurante que un amigo nos recomienda y por el que pasamos al llegar a Camden: The Blues Kitchen. Nos acomodamos y pedimos la comida. No es cara, pero de nuevo la bebida en los restaurantes destaca en el sobreprecio. Descansamos, comemos y charlamos. La comida está muy buena. Pasamos un buen rato y salimos para continuar la visita.






Paramos en una tienda donde compramos algunos regalos. Otros amigos deciden hacer lo mismo. La pareja con el bebé continúa hacia Primrose Hill. Quedamos en vernos en ese parque. Después de invertir un buen rato en compras, nos juntamos y nos dirigimos al parque tomando el paseo de los canales (la pequeña Venecia, como la llaman). El paseo es estrecho y está lleno de transeúntes. Hay barcos casa, y muchas de las casas del otro lado del río tienen hermosos jardines que dan justo al río. Salimos de los canales y nos dirigimos a Primrose Hill. Allí nos encontramos con la pareja sentada a la sombra de un árbol. Las vistas son increíbles. La colina se remonta hacia lo más alto de Londres, pintada de un verde intenso y moteada por los colores de las vestimentas de gente que como nosotros decide descansar en la hierba. Estaremos mas de media hora reposando, descansando y algunos durmiendo. Una vez repuestas las energías, decidimos subir la colina y disfrutar de las vistas. La cantidad de gente en el alto de la colina rompe la calma de las faldas de Primrose Hill pero muestra un ambiente joven y animoso.










Bajamos la colina y cruzamos el parque con la idea de tomar un autobús en dirección a Notting Hill. El autobús nos dejará cerca del barrio, pero tendremos que coger el metro. La espera e la parada es tediosa. La frecuencia del autobús no es tan buena como la del metro. Además, no podemos subir al primero que llega por que esta lleno de gente al igual que la parada. En el segundo tenemos mas suerte, aunque estaremos apretados. El viaje se hace largo y sofocante. Me quedo con el metro.

Llegamos ya algo tarde a Notting Hill. No hay movimiento en las calles, y están quitando y cerrando casi todos los puestos y tiendas. Decidimos parar en una bakery para tomarnos un café y algo de comer. La persona que nos atiende es especialmente no-simpática, pero el café y los dulces están muy buenos. Charlamos un buen rato y decidimos comprar algo de comer para llevar a la casa. La pareja con el bebé se despide primero de nosotros y se marcha. El resto, continuamos andando por el barrio. No es tan especial como Shoreditch o Camden, pero lleno de puestos y tiendas debe verse de otra manera.








Poco después estamos tomando el metro que nos llevará a Wanstead para cenar en casa. Cuando llegamos, la pareja con el bebe ya anda descansando en su dormitorio. Nos preparamos la mesa, y nos tomamos la cena con unas cervezas (Tiger, esta vez). Después de la cena, decidimos visitar The Gheorge por última vez. Al ser domingo por la tarde, el ambiente se nota mucha más tranquilo. Nos tomamos unas cervezas y hablamos. Ya casi con la medianoche sobre nosotros, decidimos volver y poner fin al día.